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domingo, 15 de septiembre de 2013

Mi pueblo (Del libro "Para días posibles")

Escritor: Guillermo Fernández
En este 15 de setiembre.

Mi pueblo
(Del libro "Para días posibles")

I

A mi pueblo le hace falta más carne conmovida.
Más hombres y mujeres capaces de entregas magnas.

Muchos podrían pasar sin una muestra de hermandad hacia el cosmos.
Quizás por eso los amores, sin son grandes,
terminan asfixiados o perseguidos.

En mi pueblo la causa del amor no tiene dintel.
La gente observa para deletrear el hecho sin alegría:
cascajos de caravanas con hombres que adoran
personajes políticos o astros de futbol.

Pero, quién apuesta por la magia y su día antediluviano...
Aquí el alimento del ciudadano es acomodarse al grupo.
Lo demás puede insultar su astucia.
Nada que no sirva para llenar un estómago
o acrecentar un pedestal merece un sitio en mi pueblo.
Hace falta que las vacas honorables de los prados
se hundan por los caminos,
arengando a vivir de una manera jocosa, verdadera, sin gazmoñerías.
Hace falta que los niños se pongan a florecer.
Que las nubes plomizas sean recortadas de los ojos sin desafío.
Que las aventuras traviesas y asombrosas se derramen
entre algunos cuerpos de única función secretora.

II

No hay nada tan fértil como la estación húmeda.
Parece que brotara el limo de la boca
como una orquídea carnal.

En los talleres o edificios,
la melancolía dibuja una luz insuficiente.
Creo que los hombres mueren por el gris
que los empuja a insospechados, hondos engranajes.

Las noches de lluvia ahogan al sediento.
“¿Quién anda en sueños? ¿Quién canta?”
Pocos corazones se hacen sublimes con los años,
por las tremendas ansiedades que exigen las calles:
retorcidas, ajenas, sin sustancia fundamental,
sin el ritmo necesario para pintar a una mujer
y embaucarla de golpe a una aventura exquisita.

¿Existe malignidad en el hombre de este pueblo
cuya vida tolera una paz grasosa,
sin ángeles y demonios?
Su esclavitud de la bruma y de la ropa vieja.

¿Cómo se vive en la entraña de mi pueblo?
Hablando el lenguaje de triviales palabras.
Asaltando las miradas con mensajes de furia.

III

A muy pocos molesta que el hermoso cielo de diciembre
contraste con la mugre del corazón.
Para quien ama de verdad
el neutro verano mortifica por su prodigio.
Lo llaman a uno las siembras, los recolectores,
las tardes de luz eminente,
y deseara ser uno el que tañe la garúa;
el que tiende y desempolva las colinas estivales
con una roja carcajada de amor.

¿Quién se pierde en los caminos de briznas almizcleras?
¿Quién escucha el llamado de la danza?

B1

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