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CELE

CELE
Venga y estudie español a distancia.

sábado, 28 de junio de 2014

Cine

Cine
Qué quiere el señor? 
Y la vendedora qué les cuenta.
A1

Actividades del gimnasio

Actividades del gimnasio

A1
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License. http://estudiolenguaespanola.blogspot.com.br/ está licenciado com uma Licença Creative Commons - Atribuição-NãoComercial-SemDerivações 4.0 Internacional. http://estudiolenguaespanola.blogspot.com.br Podem estar disponíveis autorizações adicionais às concedidas no âmbito desta licença em http://estudiolenguaespanola.blogspot.com.br

No es mi hija

No es mi hija

A1

Avion

Avión

A1

Autobus.

Autobus

A1

El Árbitro

El Árbitro

A1

El Budaido

El Budaido

A1

El Mecánico

El Mecánico

A1

Tu a mi no me importas nada

Tu a mi no me importas nada
B1

A.lo.mejor.mañana.el.cielo.es.de.colores.

A.lo.mejor.mañana.el.cielo.es.de.colores.
B1

Es ley de vida

Es ley de vida
B1

A.veces.sin.hablar.es.todo.mas.sencillo.

A.veces.sin.hablar.es.todo.mas.sencillo.

TAREA
Contar de qué se trata.
Y el nombre de los personajes.
B1

Panadería

Panadería
¿SABES PEDIR CORRECTAMENTE EN ESPAÑOL?
A1

La Primavera

Estopa- La Primavera

Comienza el mes de la primavera y se viste de flores...con ropa florida. 
No, la verdad no pero nos gusta que se vaya el frío en este lado del Hemisferio Sur. 
Y para comenzar, una triste canción de Estopa pero que se llama primavera y la vamos a usar. 
 
¡Buen comienzo de semana!

Comprensión Auditiva: Rellene los huecos   

Será que se nota el 1_________________ del tiempo
Que 2_________________ las cicatrices del alma
Yo, como soy discípulo del 3_________________,
Me siento a esperar que 4_________________ la calma

Será que le doy demasiadas 5
_________________
Y mil veces 6_________________ en la misma trampa
Menos 7_________________ que ahora duermo a pierna suelta
Yo nunca pierdo toda la 8_________________

Será que algunas veces me 9_________________
Con el licor de todos los licores
Y no soy mucho más que un 10
_________________
Que solo busca huir de sus temores

Es la primavera
Que se me escapa corriendo por las 11
_________________
Es la primavera
Que se me escapa 12
_________________ donde tu quieras
Creo que sí vale la pena,
Creo que sí vale la pena

Y a veces cuando estoy solo 13
_________________
Y se apagan las 14_________________ de mi casa
Universo busca su propio 15_________________
Y ojo de un huracán que todo 16_________________

Y no quiero preguntar dónde vamos
No quiero saber de dónde 17
_________________
Solo sé que tengo el tiempo en mi manos
Si te quedas un 18
_________________ conmigo

Es la primavera
Que se me escapa corriendo por las 19
_________________
Es la primavera
Que se me escapa 20
_________________ donde tu quieras
Creo que sí vale la pena,
Creo que sí vale la pena

Que las tristezas valen la pena cuando tus 21
_________________
Quieren llorar pero me disimulan de 22_________________
Todas las flores 23_________________ después de la tormenta
Que voy a 24_________________ si tus besos me saben a menta

Es la primavera
Que se me escapa corriendo por las 25
_________________
Es la primavera
Que se me escapa 26
_________________ donde tu quieras
Creo que sí vale la pena,
Creo que sí vale la pena


Link: http://www.vagalume.com.br/estopa/la-primavera.html#ixzz35z1QAUks

B1

Imperativo: usted y ustedes

Historieta con Gramática- Imperativo: usted y ustedes

(Nivel B1- Umbral)

A un día del Mundial 2014, les traemos nuestra sección "Historietas con..." a través
de un chiste de la fantástica dibujante argentina Maitena sobre mundiales de fútbol. 


1) Baja la explicación y el chiste en pdfAQUÍ. 
2) Encuentra en el chiste los imperativos que respondan a esta regla. 
3) Envíanos tus respuestas para la corrección. 
4) ¿Dudas? ¿Preguntas? ¿Consultas sobre quién gana el Mundial? Escríbenos a contactos@delearte.com

*Para seguir practicando, entra a los siguientes enlaces: 

Medidas de peso

Historieta con Vocabulario: 

Medidas de peso

¿Quién nunca ha querido que el sistema métrico funcione como queremos? Sobre todo cuando nos pesamos, ¿no? Infelizmente, el sistema métrico es lo que es y la balanza nos dice la cruda realidad. Kilos, gramos, libras...todas las medidas nos dicen la verdad. 


1) Mira la historieta y lee la explicación de las medidas de peso. Puedes bajar la fotito AQUÍ. 
2) Responde: ¿cuántos gramos pesa el camisón de la mujer si es que pesa una tonelada? ¿Y en kilos? 
3) Escríbenos a contactos@delearte.com contándonos cómo matarías a tu balanza. 


Esta actividad pertenece al nivel básico del curso de español. Para seguir practicando, te recomendamos la siguiente lectura graduada:
A2
http://www.delearte.com/search?updated-min=2014-01-01T00:00:00-03:00&updated-max=2015-01-01T00:00:00-03:00&max-results=39
*La historieta pertenece a la artista gráfica y humorista argentina Maitena. 

"Lo más cómodo en la vida es la verdad"

"Lo más cómodo en la vida es la verdad"
El presidente de Uruguay, José Mujica,
habla con Ismael Cala sobre su visión del mundo.
Dice, entre otras cosas,
que "complicamos tanto la vida que al final se nos escapa lo mejor: que es el tiempo".
ESRIBIR LAS PREGUNTAS QUE EL PERIODISTA  HACE.
A2

Thalía en Showbiz

Thalía
La cantante mexicana Thalía presenta
desde nuestros estudios en Nueva York
su más reciente producción discográfica Viva Kids Vol. 1,
un álbum con el que debuta en el mercado de música infantil
A2

Thalia en Showbiz

Thalía

A2
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Cantinflas

El Portero

 ¿Qué es Gramática?
Cómica enseñanza de El portero a los alumnos de la misma escuela a donde él asiste. 
Lo más gracioso es cuando llega la hora del examen
porque todos aprendieron sus tergiversadas y 
Cantinflezcas enseñanzas.
B1

miércoles, 25 de junio de 2014

DELE B1 AUDITIVA

Instrucciones

Usted va a escuchar un fragmento del programa «Destino España» en el que Juli, una argentina que vive en España, cuenta cómo es su vida. Escuchará la audición dos veces. Después debe contestar a las preguntas (7-12). Seleccione la respuesta correcta (a / b / c).
Tiene 30 segundos para leer las preguntas.

PREGUNTAS

  1. 7.
    En la audición Juli cuenta que, al principio, cuando llegó a España,...
    1. a) viajó para conocer el país.
    2. b) se instaló en una casa con jardín.
    3. c) se fue a vivir a Asturias.
  2. 8.
    Según la grabación, Juli decidió ir a España...
    1. a) porque tiene raíces españolas.
    2. b) para conocer a sus parientes.
    3. c) cuando terminó la carrera.
  3. 9.
    Con respecto a su trabajo, Juli explica en la audición que...
    1. a) es propietaria de un centro de esquí.
    2. b) se encarga de organizar los cursos.
    3. c) trabaja también en Argentina.
  4. 10.
    Juli dice que se dedica al esquí porque...
    1. a) le gusta desde la infancia.
    2. b) era un deporte popular en su región.
    3. c) su padre era un gran aficionado.
  5. 11.
    Según la grabación, el hijo de Juli...
    1. a) empezó a esquiar hace seis meses.
    2. b) ama las montañas.
    3. c) muestra curiosidad por Argentina.
  6. 12.
    Juli cuenta en la audición que su afición a tejer le...
    1. a) sirve de ayuda económica.
    2. b) ofrece la posibilidad de conocer gente.
    3. c) hace sentirse cerca de su madre.
    4. B1

Evaluación

TAREA 1

Instrucciones

Usted va a escuchar seis mensajes del buzón de voz de un teléfono. Escuchará cada mensaje dos veces. Después debe contestar a las preguntas (1-6). Seleccione la opción correcta (a / b / c).
Tiene 30 segundos para leer las preguntas.
Pinche acá: http://cvc.cervantes.es/ensenanza/dele/b1/auditiva/tarea_1/tarea_1.htm#

PREGUNTAS

  1. Mensaje 1
    1.
    ¿Para qué llama Roberto a Cristina?
    1. a) Para devolverle su agenda.
    2. b) Para proponerle salir a comer.
    3. c) Para recordarle que tienen una cita.
  2. Mensaje 2
    2.
    ¿Qué tiene que hacer Pedro?
    1. a) Acudir a una reunión.
    2. b) Elaborar un informe.
    3. c) Enviar unos datos.
  3. Mensaje 3
    3.
    ¿Para qué llama el hombre a la mujer?
    1. a) Para que le envíe el currículum.
    2. b) Para concertar una cita.
    3. c) Para aplazar una entrevista.
  4. Mensaje 4
    4.
    ¿Qué le pide Julia a Mario?
    1. a) Que le arregle el ordenador.
    2. b) Que la ayude a hacer un trabajo de clase.
    3. c) Que le preste una película.
  5. Mensaje 5
    5.
    ¿A dónde tiene que ir Marta?
    1. a) Al banco.
    2. b) A su oficina.
    3. c) A la pastelería.
  6. Mensaje 6
    6.
    ¿Qué quiere Paz que haga Carlos?
    1. a) Que vaya a la agencia de viajes.
    2. b) Que busque los billetes por internet.
    3. c) Que hable con Elena del viaje.
    4. B1

Evaluación

Instrucciones

Usted debe dialogar con el entrevistador en una situación simulada durante dos o tres minutos.

CANDIDATO:

Usted compró hace unos días un ordenador portátil en una tienda de informática. Ahora el ordenador no funciona y usted decide ir a la tienda para pedir que se lo cambien por otro.
Imagine que el entrevistador es el empleado de la tienda de informática. Hable con él siguiendo estas indicaciones:
Durante la conversación con el empleado de la tienda de informática usted debe:
  • indicarle cuándo compró el ordenador;
  • explicarle cuál es el problema;
  • pedirle que se lo cambie por otro;
  • quejarse si no quiere cambiárselo y pedirle otra solución.

EJEMPLO DE PREGUNTAS DEL ENTREVISTADOR:

  • Hola, buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
  • ¿Y cuándo dice que compró el ordenador? Quizá le atendió otro compañero...
  • Ah, sí, aquí veo la factura. Pues vamos a ver... Dígame cuál es el problema.
B1
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/dele/b1/index.htm

Evaluación

Expresión e interacción orales
Observe la siguiente imagen:
Describa con detalle lo que ve en la foto y lo que imagina que está ocurriendo.
Estos son algunos aspectos que puede comentar:
  • Las personas: dónde están, cómo son, qué hacen.
  • El lugar en el que se encuentran: cómo es.
  • Los objetos: qué objetos hay, dónde están, cómo son.
  • Qué relación cree que existe entre estas personas.
  • ¿De qué cree que están hablando?
Posteriormente, el entrevistador le hará algunas preguntas.

EJEMPLOS DE PREGUNTAS DEL ENTREVISTADOR:

  • ¿Ha trabajado usted en algún lugar parecido al de la imagen? / ¿Conoce usted algún lugar parecido al de la imagen?
  • ¿Cómo es? ¿Cuántas personas trabajan en él? ¿Qué tipo de trabajo hacen?
  • ¿Le gustaría trabajar en algún lugar parecido? ¿Por qué? / ¿Por qué no?
  • ¿Qué tipo de trabajo le gustaría hacer en el futuro?
B1
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/dele/b1/index.htm

lunes, 23 de junio de 2014

Los labios de Bárbara

Los labios de Bárbara
Vuelves a casa destrozado, con el estómago vacío, porque hoy ni siquiera has tenido tiempo para tomarte tu bocadillo de lomo en la cafetería de la facultad. Hoy tampoco has ido a clase de griego, ni de latín. Te volverá a quedar pendiente para el año que viene. Has tenido una reunión interminable. No habéis solucionado nada. No habéis llegado a ningún acuerdo, pero al menos les has dicho lo que piensas. Tendrás la conciencia tranquila, pero ahora te importa muy poco tu conciencia. Sólo quieres descansar, y que la noche pase lentamente, para que tarde lo más posible en amanecer. Después de tomarte el pescado que te ha preparado mamá, aunque le has repetido mil veces que no te prepare nada, quieres quedarte dormido leyendo el periódico. Gracias mamá. Y quieres despertarte cada dos horas para darte cuenta de que estás durmiendo, y tocar la almohada, y mirar el despertador, y sentir la casa a oscuras, en silencio, y decirte a ti mismo que aún tienes tiempo para dormir, mucho tiempo, aunque nunca demasiado. Quieres olvidar las tonterías que has dicho en la reunión, porque has usado palabras que no eran tuyas, te has reído cuando no te hacía gracia lo que decían los demás, sólo porque se reían los demás, y has dicho que sí cuando querías decir que no, cuando te han preguntado si podrías colaborar con Mikel, que en realidad se llama Miguel, pero le gusta hacerse pasar por vasco, para redactar una carta de protesta a la cárcel de Alcalá-Meco, donde hay tres insumisos encarcelados por negarse a cumplir el servicio militar. Quieres olvidar la cara que has debido de poner cuando te han dicho que Carmen no iba a ir a la reunión porque se ha ido a Cuenca con un hippie que se llama Luis y que los demás no saben si tú conoces. Y tú les has dicho que sí, que lo conoces. Quieres que mañana la biblioteca esté cerrada por obras, o que haya sido destruida por las bombas de algún comando guerrillero despistado que pasara por allí. Quieres que te avisen con tiempo para no tenerte que levantar. Pero si te levantas, quieres ser dulce con mamá, porque le has contestado mal esta noche, sólo porque ha insistido en freírte pescado y en prepararte la mesa para que cenes. Ingrato. Después de todo el día sin verte llegas gritando. Seguro que no gritas así cuando estás con los amigos. Y estás triste porque sabes que un día te va a faltar y no le vas a poder decir que la quieres mucho, va a ser demasiado tarde. Y te acuerdas de que a papá tampoco le has dicho nada cuando te ha preguntado cómo van las cosas, sólo le has dicho que como siempre, para salir del paso, y te has metido en tu habitación para leer el periódico, para quedarte dormido, para olvidarte del mundo y que el mundo te olvide.
Pero no te olvida. No querías que amaneciese y ha amanecido. Querías que saliesen palabras dulces de tu boca para mamá y ni siquiera le has contestado cuando te ha dicho que tengas mucho cuidado, como si fueras un niño pequeño, porque para ella siempre serás un niño pequeño. Y querías hablar con papá para evitar que un día sea demasiado tarde y se os haya pasado la vida, la vida entera, sin tener ocasión de conocernos. Pero no has querido bajar con él en el ascensor cuando te ha pedido que esperaras un momento. Le has dicho que tenías mucha prisa y te has marchado dando un portazo. No querías ir a trabajar y estás llegando ya a ese edificio metálico que huele a formol. No querías saludar y estás saludando. No querías sonreír y estás sonriendo como si de verdad te hiciera gracia lo que dice esa vieja de bata blanca que siempre llega a las siete de la mañana. Le preguntas por sus nietos como si de verdad te importasen, por su sitio de veraneo preferido como si fueras a ir a visitarla, y por la cantidad de trabajo que tiene como si estuvieses deseando ayudarla. Y ella te dice que sí, que te agradecería mucho que catalogases esos libros porque ella no tiene tiempo, que luego podrías bajar al almacén para ayudar a Juan con las revistas, que más tarde es posible que tenga que salir con Mercedes para hablar con el gerente del asunto de las vacaciones, y que tú te podrías quedar un rato atendiendo a los lectores.
Tú querías responder que se fuera a la mierda. Pero respondiste que no faltaba más, con mucho gusto, encantado. Querías dejar claro que ella no era nadie para darte órdenes, y le dejaste claro que siempre que necesitara algo podía contar contigo. Querías pasar la mañana sin hablar con nadie y estuviste contando tu vida y la de todos tus amigos, haciendo énfasis en los episodios graciosos a todo aquel que se te ponía delante en la media hora del desayuno. Sólo para que dijeran: «¡Qué simpático es Alfonso, siempre con sus bromas, siempre con una palabra amable en los labios!». Y cuando te quedaste prácticamente solo en la biblioteca y tuviste que atender sin ayuda a todos los estudiantes que venían a consultar los fondos, también fuiste amable con ellos. Les explicaste cómo tenían que buscar información en el ordenador, y les llevaste hasta la estantería misma para que no se perdieran, y les ayudaste a hacer las fotocopias, y les habrías preguntado la lección que tenían que preparar para el día siguiente si te lo hubieran pedido. Sólo para que pensaran: «¡Qué simpático es este bibliotecario, con él da gusto estudiar, se nota que las cosas están cambiando en este país!». Y cuando ella llegó, tú levantaste la vista y no te costó reconocerla, pero la miraste como a las otras, como a los otros, como si debajo de tu bata de bibliotecario no hubiese más que la cabeza de un bibliotecario que funciona de 8 a 15 horas, de lunes a viernes, sin sexo, sin memoria, sin odios, sin aficiones, como si la indiferencia de las máquinas sirviera para algo más que para ocultar tu miedo. Porque tuviste miedo. Por eso, cuando te preguntó si podía ver las «láminas de Mutis», tú le dijiste muy serio que no estaba la responsable del mismo. «La responsable del mismo», ¿te das cuenta? Hablaste como una computadora, como una persona adulta y responsable en el ejercicio de sus funciones, como si tus 23 años, tu alegría y tu tristeza y tus ganas de reír o de llorar hubieran desaparecido, o peor, como si no hubieran existido nunca. Porque tenías miedo. Por eso no pudiste sonreír, gritar, decir: «¡Hostia, eres tú!». Llevarte las manos a la cabeza y decirle con una sonrisa que ella era la chica que te había pedido fuego hacía año y medio, ¿o más?, ¿o quizás un poco menos?, en el parque del Retiro, ahí al lado, nada más cruzar la calle. No te podía engañar, era ella, aunque ahora tuviese el pelo más corto y los labios más finos, y un suéter diferente del jersey que llevaba aquella mañana de octubre. No te podían engañar sus ojos de otoño en plena primavera, los ojos de Bárbara.
¿Por qué no le pediste a Marta que vigilara la sala un momento por ti? ¿Por qué no le dijiste a
Barbara que te acompañara al archivo? ¿Por qué no cogiste las llaves del cajón de Mercedes y por qué no la invitaste a entrar, los dos solos, a aquel cuarto donde se guardaba un pedazo de la historia de América, un pedazo triste? Podías contarle cómo llegaron los españoles a aquellas tierras y las llamaron Nueva Granada porque no sabían pronunciar los nombres que pronunciaban los indios. Podías contarle cómo, en el siglo XVIII, un botánico, Celestino Mutis, llegó hasta allí para ponerle nombres latinos a las mismas plantas que los indios utilizaban desde muchos años atrás para curar sus heridas y para alimentarse. Cómo quiso ordenarlas y clasificarlas, compararlas y analizarlas, y obligó a los indios a dibujarlas con todo detalle, pétalo a pétalo, nervio a nervio, sin comprender que los indios no quisieran trabajar para ganarse la vida, porque se la tenían ganada por el hecho de nacer, y tuvo que atarlos a las mesas para que dibujaran constantemente para él. Podías contarle que en esas láminas estaba también guardado el dolor de aquellos hombres que tuvieron que dejar de ser hombres para convertirse en dibujantes, en máquinas, y que su dolor era más importante que todos los descubrimientos científicos de todos los tiempos. Podías contarle, aunque te salieses un poco del tema, que no hay fin, ni política, ni idea, ni meta, que pueda justificar nunca el sufrimiento de un hombre. Pero preferiste cumplir con tu deber, el deber de dejar de ser tú una vez más. No hablaste de la libertad, ni del dolor de aquel indio, porque no te diste cuenta de que el suyo era el tuyo también, el mismo que sientes tú, ahora, por haber tenido miedo, por no haber hecho lo que querías hacer. No te atreviste a decirle que habías pensado muchas noches en ella, y muchos días, y muchas tardes, y que habías suspendido muchos exámenes por no hacer otra cosa que pensar en ella. Porque eso no se dice. Porque eso nadie te ha enseñado a decirlo. No te acercaste a ella después de enseñarle una lámina de orquídeas, no aspiraste su perfume, no te atreviste a beber el néctar de sus labios ni a besar sus mejillas, porque eso no se hace. Porque eso nadie te ha enseñado a hacerlo. Y cuando la viste marchar, después de hojear sin interés unos libros, como si esperara a alguien, después de dar unas cuantas vueltas por la biblioteca, como si le sobrara el tiempo, preferiste guardar silencio, como si no tuvieras nada que decir, como si estuvieras muerto, como si no te importara no volverla a ver y estar obligado de nuevo a olvidarla.
Ahora aún te quedan dos horas para salir. Luego tendrás que coger el metro para ir a toda prisa a la universidad. Te comerás un bocadillo de tortilla para no perder el tiempo, como si con el tiempo se pudiera hacer otra cosa que perderlo. Y aunque no quieras, irás a la clase de historia sólo para ver si ha vuelto Carmen de Cuenca, antes de lo previsto, y te está buscando para pedirte perdón, para decirte que tú tenías razón, que todos los hippies son iguales, y que necesitaba un hombre como tú que le ayude a olvidar. Aunque no quieras, ayudarás a Mikel a redactar la carta de protesta para que liberen a esos insumisos, porque después de todo, tú tampoco quieres hacer el servicio militar, y a ti también te parece una tomadura de pelo la ley de Objeción de Conciencia, y tú también serías insumiso si no te diera mucho miedo que te metieran en le cárcel, con el «coco» y con el «hombre del saco». Tú también serías insumiso si creyeras en los héroes igual que crees en los demonios. Tú también serías insumiso si no tuvieras una madre a la que cuidar y a la que no dar disgustos para que no le duela la cabeza, y un padre al que respetar, y hasta es posible que un día tengas un gato. Volverás a casa y protestarás porque ya está bien. Gritarás a tu madre porque tú sabes hacerte sólo los huevos fritos. No respetarás el sueño de tu padre, que se ha dormido en el sillón, y te irás a la cama sin desearle a nadie las buenas noches. Y no podrás dormir porque eres bobo, porque has dejado pasar otro día, un día entero de tu vida por delante. Desearás que la almohada te recuerde otras formas, y pensarás que las flores estampadas son iguales que las orquídeas que dibujara aquel indio tan lejos. Te atreverás a beber su néctar porque no te atreviste a beber del otro. Y te imaginarás su perfume porque no te atreviste a aspirar el otro. Volverás a inventarte su nombre, a imaginártelo, porque no te atreviste a preguntarle el suyo. La llamarás Bárbara sin darte cuenta de que ella ya tenía nombre antes de que tú la descubrieras. Bárbara, porque eres un cobarde, porque eres tonto y no sabes nada. Ni siquiera sabes que no se llama Bárbara.
Tomado del libro Los labios de Bárbara
de David Carrión Sánchez. 
Editorial Edinumen, pp. 29-34

http://cvc.cervantes.es/aula/lecturas/avanzado/

PREGUNTAS:
Parece que Alfonso no está teniendo una buena temporada, ¿verdad? ¿Crees que Alfonso cumple sus deseos?

En el texto aparece en numerosas ocasiones la estructura ‘como si + imperfecto de subjuntivo’. Con ella presentamos una explicación de la idea o situación anterior a través de una comparación con otra situación.
C2

Una morena y una rubia

Una morena y una rubia
Mientras Romerales sale del estudio de los arquitectos, una mujer de ojos verdes está sentada delante de la mesa de trabajo de Pepe Rey.
—Soy...
—Margarita Almela. La conozco muy bien. Es usted una abogada famosa. Famosa y muy buena, además.
—Gracias.
—¿Y en qué puede ayudar un detective como yo a una mujer como usted?
—Voy a explicárselo. Hace casi dos años que salgo con un hombre casado. Casado, con hijos y bastante conocido. Su mujer no sabe nada. En realidad nadie sabe nada de lo nuestro. Él tendría problemas familiares y yo tendría otra clase de problemas.
—¿Qué quiere decir?
—Como sabe, voy a presentarme a las próximas elecciones municipales. Una mujer que tiene un amante casado tiene pocas posibilidades de ser elegida... Ésta es todavía una sociedad machista...
—Todavía no entiendo qué puedo hacer yo por usted.
—El fin de semana pasado estuvimos juntos en Trujillo. Nos vamos de viaje algunas veces, pocas. Él le dice a su mujer que tiene un viaje de negocios y nos vamos. El domingo por la noche me llevó a mi casa en taxi y él siguió hacia la suya. Desde entonces nadie ha sabido nada de él.
—O sea, que su amante es Javier Vera.
—Exactamente. Veo que lee los periódicos.
Margarita abre el bolso y saca un paquete de tabaco y un gran sobre. Pepe la mira con cariño. Piensa que es una mujer más débil de lo que parece y, además, tiene unos maravillosos ojos verdes.
—¿Un cigarrillo? —dice Margarita.
—Gracias.
Pepe coge una caja de cerillas de encima de la mesa y le da fuego a la abogada. Después enciende su cigarrillo. De nuevo ha olvidado que quiere dejar de fumar.
—Esta mañana —continúa Margarita— he recibido este sobre. Veinte fotografías de Javier y yo besándonos, abrazados, en la habitación del hotel, cogidos de la mano en el tren, despidiéndonos delante del portal de mi casa... En fin, todas las pruebas de que somos amantes.
—Déjeme verlas. ¿No había nada más en el sobre?
—Claro que sí. Un anónimo. Dicen que si no consigo en quince días veinte millones de pesetas, publicarán estas fotos en la prensa y, además, matarán a Javier.
—¿Puede usted conseguir ese dinero?
—No, imposible.
—Vamos a ver: yo voy a empezar las investigaciones hoy mismo y usted va a seguir haciendo la vida de siempre. Estaremos en contacto. ¿Sospecha de alguien, Margarita?
—La verdad es que no sé qué pensar. Sospecho de todo el mundo y no sospecho de nadie. Pepe, ayúdeme y ni una palabra a la policía.
—Confíe en mí.
***
Pepe no sabe exactamente por qué, pero está seguro de que a Javier no lo han secuestrado por motivos políticos. Le parece raro. Las elecciones municipales serán dentro de dos años, están aún muy lejos. Para quedarse tranquilo hace algunas investigaciones en algunos partidos políticos: en el PSOE, en AP, en el PCE, en el CDS. Ahora ya está completamente seguro: ningún partido es responsable de este asunto.
***
El viernes al mediodía Pepe Rey y Susi están comiendo en una tasca, cerca de su despacho, de ésas que tienen jamones colgando, que huelen a aceite y que siempre tienen puesta la televisión. Están viendo el Telediario. En ese momento la mujer de Javier Vera está hablando: «Por favor, a los que tienen secuestrado a mi marido les pido que nos digan algo, que nos prueben que está vivo. Por favor, por favor...».
Carmen empieza a llorar, saca un pañuelo y mirando a la cámara sigue diciendo: «Por favor, estamos desesperados. Javier, si me estás escuchando, piensa que te queremos mucho...».
Y empieza a llorar de nuevo. La siguiente noticia es sobre el tiempo.
—¡Pobre mujer!— dicen algunas personas que están comiendo allí.
***
A las cinco de la tarde Margarita vuelve a la oficina de Pepe. Susi está sola. Pepe ha salido un momento.
—¿Le apetece un café?
—No, gracias. ¿Puedo hacer una llamada?
—Sí, claro. Allí está el teléfono.
Mientras Margarita habla con su secretaria, Susi está mirando por la ventana. Últimamente Susi está algo enamorada y pasa muchas horas mirando por la ventana. Abajo hay un joven muy moreno, que lleva una cazadora de cuero negro y unas botas militares. Está en la esquina. Parece nervioso.
Margarita ya ha colgado.
—¿Ha venido sola? —le pregunta Susi.
—Sí.
—Pues alguien la está siguiendo. Mire por la ventana. ¿Ve aquel chico de cazadora de cuero, el de la esquina?
—¡Ese chico iba en el tren!
Pepe tarda en llegar. Margarita está leyendo el periódico. Hay unas declaraciones de Romerales diciendo que la policía lo tiene todo controlado y que dentro de pocos días el caso Vera estará resuelto porque están a punto de encontrar al grupo terrorista que lo ha secuestrado.
Susi y Margarita le cuentan lo que ha pasado. Pepe mira por la ventana. El chico sigue allí.
—Margarita, usted ahora coge el coche y se va tranquilamente a su casa. Susi y yo la seguiremos. Y, por favor, esta noche no salga de su casa. Quédese allí mirando la tele, pero no salga.
***
Entre el Seat Ibiza rojo de Margarita y el Peugeot negro de Pepe Rey hay una enorme moto. Es la del joven moreno que sigue a Margarita. Cogen la Castellana a la altura de Colón y van subiendo. Primero pasan por la Plaza de Castelar, por Nuevos Ministerios, luego, por delante del Bernabéu y, al final, delante del Ministerio de Defensa, giran a la derecha y luego a la izquierda para coger la calle Juan Ramón Jiménez. Delante de unos jardines vive Margarita. Entra en un parking y cinco minutos después entra en su casa. El joven ha dejado la moto aparcada y parece que va a estar esperando allí mucho rato. Pepe Rey y Susi se quedan dentro del coche aparcado en doble fila. A nadie le parecerá raro. En todas las calles madrileñas hay coches aparcados en doble fila. Una hora después Pepe está medio dormido.
—¡Jefe, jefe! ¡Que se va!
***
Ha llegado una mujer de mediana edad. Ha hablado un momento con el chico y se queda a vigilar.
El joven pone en marcha la moto. Pepe, el coche. Ahora van Castellana abajo. En Cibeles giran a la derecha para coger Gran Vía. Aparcan en la Plaza Vázquez de Mella. El chico anda rápido. Susi también. Pepe se cansa. «Demasiados kilos y demasiado tabaco», piensa. El chico entra en Chicote. Como siempre el bar está lleno de hombres y mujeres mayorcitos, muy arreglados, que creen todavía ser tan atractivos como en su juventud. Hay muchas mujeres solas, demasiado maquilladas.
En un rincón, al fondo, hay una mujer rubísima con el pelo muy corto y rizado que saluda al joven. Susi y Pepe se sientan en una mesa cerca, pero no pueden oír lo que dicen. Pepe se toma el cóctel del día. Está nervioso y necesita algo fuerte. Sabe que está cerca del final del caso. Una media hora después el joven se va.
—Jefe, yo me voy a casa. Ése se va de juerga.
—Haz lo que quieras, Susi. Ya has trabajado bastante. Pero yo voy a ver qué hace.
Susi tenía razón. El chico ha estado tomando copas en tres o cuatro bares de Malasaña y Pepe sólo ha conseguido emborracharse y ver como el chico de cazadora de cuero se iba a pasar la noche con una rubia guapísima.
***
El dormitorio de Pepe está lleno de libros, revistas, vasos, periódicos atrasados, ropa por el suelo. Susi siempre le dice que tiene que buscar una asistenta. Suena el teléfono. Antes de cogerlo Pepe mira el despertador: las cinco y media de la mañana.
—Jefe, ¡la mujer rubia! ¡La mujer de Chicote es la mujer de Javier Vera!

Tomado del libro, Una morena y una rubia
de Loreto de Miguel y Alba Santos. 
Editorial Edelsa, págs. 10-16
http://cvc.cervantes.es/aula/lecturas/intermedio/


Preguntas:
1. ¿Qué te ha parecido la historia? 

2. ¿Crees que encontrarán a Javier Vera? 

Desde luego, está muy emocionante.
Como en casi todas las películas y en los libros de detectives, aquí también tenemos una persecución. En este caso, ocurre por las calles de Madrid. Hemos sacado del texto el camino que recorre Pepe Rey para averiguar quién está siguiendo a Margarita.

3. ¿Te apetece dar un paseo por Madrid?

Pepe Rey es un detective con mucha experiencia. Siempre que empieza un caso escribe informes para registrar los avances de la investigación. Pero no utiliza los nombres de sus clientes y ni los de las personas implicadas en el caso, sino que prefiere inventar nombres en clave. Para un detective es muy importante mantener los secretos. ¡Nunca se sabe quién puede leer estos informes ni con qué intenciones!

4. ¿Sabes por qué hemos quitado en la actividad anterior precisamente esas frases del texto y no otras? 

5. ¿Sabes qué tienen en común? 

Para ayudarte a descubrirlo te vamos a dar... ¡más preguntas!: 

6. ¿Es lo mismo hablar con Javier que hablar de Javier

7. ¿Sabes cuál es la diferencia de significado? 

8. ¿En español decimos confiar en Pepe confiar con Pepe?

Hay muchos verbos que mantienen una relación especial con una preposición: sin ella, cambian de significado o lo pierden. Eso es lo que tienen en común las frases que hemos seleccionado: en todas ellas hay uno de estos verbos.
B2
Tomado del libro, Una morena y una rubia
de Loreto de Miguel y Alba Santos. 
Editorial Edelsa, págs. 10-16
http://cvc.cervantes.es/aula/lecturas/intermedio/

Doce a las doce

Doce a las doce
Buenos días, Manolo.—Hola, buenos días, don José. ¿Lo de siempre?—Sí, y un vaso de agua, por favor. Y cambio para tabaco. 
—Aquí tiene. 
Pepe Rey toma todos los días el primer café en el bar que está al lado de su casa, en la calle de La Sal, muy cerca de la plaza Mayor. O sea, en el centro antiguo de Madrid, donde ya sólo viven viejos, extranjeros y Pepe Rey. 
Toma un café doble para despertarse. Después, hacia las once, va a desayunar al lado de la oficina, ya despierto. 
Por las mañanas Pepe Rey está siempre de mal humor. Hoy más: se ha levantado demasiado tarde y le duele la cabeza. Anoche estuvo en casa de un viejo amigo. Ver a viejos amigos siempre le deja un poco triste. «Demasiado Rioja y demasiados recuerdos», piensa mientras se bebe el agua. «Y, encima, estamos en Navidad. A veintidós de diciembre.» 
—Manolo, ¿qué te debo? 
Sabe que son cincuenta y cinco pesetas. Todos los días son cincuenta y cinco pesetas. Pero Pepe necesita decir y hacer las mismas cosas por la mañana. Debe de ser una manera de despertarse.
* * *
En toda la ciudad se oyen miles de aparatos de radio. Voces de niños cantan números y premios y todo el país espera oír el número que cada uno lleva en su cartera. 
También Susi, la secretaria, está escuchando la radio. A Pepe no le gustan ni las mañanas ni la Navidad ni la lotería. No cree en la suerte. 
—¡Por fin! —dice Susi, mirando el reloj. 
—¿Ha llamado alguien? 
—No, pero ha venido una..., una señora. Está ahí, esperando. 
A Susi no le gustan nada las clientes y menos si son guapas. Y un detective privado tiene muchas clientes. 
—¿Quién es? —pregunta Pepe. 
—Ni idea. No me lo ha dicho. Pero... No sé... Me parece que la conozco.
* * *

Al lado de la ventana hay una mujer morena, de unos treinta años. Lleva unos pantalones de cuero negros y es unos veinticinco centímetros más alta que Pepe. 

—Hola. Soy Natalia Mayo. 
Está muy seria y parece nerviosa. 
—Sí, la he visto en la tele o en el cine... 
—Tengo muy poco tiempo. Mire. 
Le da un sobre. Dentro hay una felicitación navideña. 
—Léala, léala, por favor. 
Es una postal feísima. Pepe Rey la abre. Está escrita a máquina y pone: «No te deseo un feliz Año Nuevo. No va a haber Año Nuevo para ti». 
—Ahora tengo que irme. Le he estado esperando mucho rato. Mañana le llamo y quedamos para hablar. ¿Va a ayudarme? 
—Sí, claro. ¿Por qué no? 
«Es muy guapa, pero demasiado alta», piensa Pepe. No le gustan nada las mujeres altas.
* * *
A las siete de la tarde Pepe Rey sale de la oficina. 
No sabe qué hacer. ¡Tanta gente en la calle! Todo el mundo ha salido a comprar y comprar y comprar: belenes, árboles de Navidad, turrón, champán, juguetes... ¡Qué poco le gustan las Navidades a Pepe! Y, además, hoy está preocupado. No puede olvidar a Natalia, a esa mujer guapa, asustada y demasiado alta, que ha estado en su oficina esta mañana. No sabe por qué pero cree que de verdad está en peligro. La felicitación no es una broma. Pepe está seguro. Paseando va hacia la Gran Vía. Hay mucha gente y miles de coches. Una señora que lleva una bicicleta envuelta en papel rojo le da un golpe. Pepe choca con un bajito calvo que lleva un enorme abeto de plástico. «Feliz Navidad», piensa Pepe. 
Compra chocolate y entra en un cine. Siempre compra chocolate y va al cine cuando tiene que pensar o cuando está triste. Hoy le pasan las dos cosas.
* * *
Pasan los días y Natalia no llama. El día uno de enero, a las nueve de la mañana, suena el teléfono: 
—¡Diga!—¿Lo ha leído, jefe? ¿Lo ha leído? 
—¿Qué pasa? ¿Con quién hablo? —dice Pepe medio dormido. 
—Soy yo, jefe, Susi. ¿Quién va a ser? ¿Hay mucha gente que le llama jefe
—¿Qué pasa, Susi? 
—La guapa. 
—¿Qué guapa? 
—La del lunes, la de la tele. La han asesinado. 
—¿Cómo? ¿Qué dices? 
—Sí. Lo pone el periódico. La han encontrado muerta esta mañana en su casa. Envenenada. 
—Gracias por llamar, Susi. 
—¿Qué va a hacer, jefe? 
—Todavía no lo sé. Primero, despertarme, creo. Y, luego, tomarme muchos cafés. 
—¡Ah! Ya sé de qué la conocía. Mi prima Rosario era su asistenta. Un día estuve en su casa y la vi. Ya sabe, jefe, yo nunca veo la tele. 
Susi es una intelectual y los intelectuales españoles siempre dicen que nunca ven la tele.
* * *
Pepe Rey tenía razón. No va a haber Año Nuevo para Natalia. La felicitación iba en serio. Se levanta de la cama, duda un momento y, al final, coge el teléfono. 
—Oye, Susi... 
—¿Ya está despierto, jefe? 
—Sí... 
—Sí, ya sé. Quiere hablar con mi prima Rosario, ¿no? Lo sabía. A las seis, en mi casa. Lo invito a merendar, jefe. Un té y unas pastitas, como los ingleses. A Rosario ya la he llamado hace un rato. 
—¿Qué haría yo sin ti, Susi? 
—Nada, jefe. Nada. 
Pepe piensa que Susi es insoportablemente lista y que, además, es la persona que mejor lo conoce en el mundo. Mejor que Elena, su ex mujer, y mejor que doña Cecilia, su madre.
* * *
—Rosario, ¿quién hizo la cena de Nochevieja? 
—Yo. ¿Quién si no? La señorita nunca entraba en la cocina —dijo Rosario medio llorando todavía. 
—¿Y quién hizo la compra? 
—También yo. De primero, unas ostras. Luego, langosta con mayonesa y, después, claro, pavo. Y turrón, naturalmente. 
Rosario deja de llorar un momento pensando en la cena. 
—¿Lo compraste todo tú? 
—Sí, y todo estuvo buenísimo. Yo creo que lo del envenenamiento no es verdad. No puede ser. Todo me quedó buenísimo. Las ostras eran fresquísimas, las langostas, congeladas, lo confieso... Pero es que, al precio que van... ¡Ah! Las uvas, no; no las compré yo. Las trajo alguien. 
—¿Quién? 
—No sé... Sólo sé que hoy, en la cocina, con la policía allí y todo... Ese inspector Romerales, tan tonto y tan pesado... Pues que en la nevera había unas bolsitas de uvas. Pepe, tiene usted que encontrar al asesino. 
—Entonces, hay que saber quién compró las uvas —dice Susi. 
—Ahora, Rosario, tienes que decirme quiénes eran los invitados. 
—Tenga, aquí tiene la lista. La policía también me la ha pedido. He puesto las profesiones y las direcciones. Doce personas. 
Pepe coge la lista y lee: 
«Julio Fraile, agente de Natalia. Paseo de la Castellana, 113.
Alberto Quintanar, escritor. Ex marido de Natalia. Velázquez, 62. 

Verónica Molinos, actriz. Calle Espalter, 7. 
Julián Nolla, productor. Calle Salamanca, 49. 
Ángel París, diseñador. Luchana, 11. 
Luz Hidalgo, fotógrafa de moda. Alcalá, 88. 
Gloria Guardia, modelo. Campomanes, 13, de Pozuelo de Alarcón. 
M.ª José Hernández, locutora de radio. Plaza de Olavide, 3. 
Tomás de Pablo, publicista. Calle Ibiza, 41. 
Guillermo Martín, psicoanalista. Calle Almagro, 17. 
Matías Vázquez, piloto de Iberia. Calle Postas, 14».
* * *
El día 2 fue la primera entrevista. Pepe Rey llegó a un elegante despacho del paseo de la Castellana, a las doce del mediodía. Un hombre de mediana edad, con un pañuelo de seda en el cuello —de esos pañuelos ridículos que se ponen algunos burgueses para parecer ingleses— y con el pelo completamente blanco, le recibe. Es Julio Fraile, el agente de Natalia. Algunos dicen que era también su amante. 
—Encantado de conocerlo. He oído hablar mucho de usted. 
—¡No me diga! 
—Ha sido horrible. Íbamos a empezar a rodar la semana que viene. ¿Fuma? ¿Un café? —dice sin esperar la respuesta—. ¿Tiene ya alguna idea? 
—No, todavía no. 
—Encuentre al asesino. Yo le pagaré su trabajo. Encuéntrelo, por favor. 
Quince minutos después Pepe Rey sale de la oficina de Fraile. Sabe tres cosas: que Julio Fraile estaba enamorado de Natalia, que le cae muy mal y que no es el asesino.
* * *
La segunda cita es por la tarde, en Nebraska, una cafetería de la calle de Alcalá, una de esas típicas cafeterías madrileñas con muchos pasteles y muchas señoras gordas, que por la mañana han ido a la peluquería, tomando chocolate. Allí está ya esperándole Alberto Quintanar, el ex marido de Natalia. 
—Nos separamos hace tres años pero éramos buenos amigos. No lo entiendo ¿Por qué la han matado? Todo el mundo la quería, era una mujer excelente.
—¿A qué se dedica usted? 
—Soy novelista. Escribo novelas policíacas. Parece una broma, ¿no? Una ironía. 
Tampoco Alberto le parece el hombre que busca. Está demasiado tranquilo.
* * *
El martes por la mañana Pepe coge un taxi. 
—A la calle Espalter, por favor. 
—¿Por dónde vamos? 
—Me da igual. 
Los taxistas de Madrid siempre preguntan el camino al cliente. Pero a Pepe sólo le interesa su tercera cita. Va a ver a la tercera persona de la lista: Verónica Molinos, otra actriz, una colega de Natalia. Verónica vive en un bonito edificio antiguo, en el tercero izquierda. Ella misma abre la puerta. No es tan guapa como Natalia pero es más interesante. «Y no tan alta», observa Pepe. 
—Feliz Año —dice saludando a Pepe. 
—¿Feliz? Veo que está usted de muy buen humor. 
Entran en un enorme salón, se sientan en un cómodo sofá y Verónica sirve un café. 
—Verónica, ¿quién podía querer matar a Natalia? 
—Yo qué sé... Era tan maja, tan buena compañera, tan simpática con todo el mundo... La mejor. Las actrices... 
Pepe la corta: 
—¿No puede ayudarme un poco más? 
—No, creo que no. 
Los ojos de Verónica brillan un poco demasiado y el cigarrillo tiembla en su mano.
—¿Está usted segura? 
—Totalmente segura —dice muy seria. 
Verónica se levanta, se mira en el espejo, coge el paquete de cigarrillos y lo mete en el bolso. 
—¿Dónde he dejado las llaves? ¡Qué despistada soy! 
—¿Va usted a salir? 
—Sí. Tengo que irme. ¿Bajamos?
* * *
Hace frío pero el cielo está muy azul. ¡Ese cielo tan azul de Madrid! Verónica y Pepe van andando en silencio hacia la calle Huertas. Delante de una tienda un hombre alto y gordo está arreglando cajas de frutas y verduras. 
—Buenos días, señorita Verónica y Feliz Año Nuevo. 
—Igualmente, don Juan. 
—Por cierto, ¿qué tal la uva de Nochevieja? Era buenísima, ¿verdad? Moscatel auténtico. 
Verónica calla y mira al suelo. Pepe la mira y le dice: 
—Buenísima y peligrosísima. 
—Yo creía que en realidad los detectives no eran tan listos como en el cine. Lo sabe todo, ¿no? 
—Sí, casi todo. Hay algo que no sé: ¿por qué, Verónica? 
Nerviosa, casi llorando, hablando muy bajo, Verónica contesta a Pepe: 
—Natalia fue Dulcinea, fue Melibea, fue doña Jimena, fue Fortunata, fue Mariana Pineda..., y no podía ser Carmen. ¡Carmen, no! ¡Carmen tenía que ser yo! Esta vez sí. Esta vez yo tenía que ser la protagonista.
* * *
Pepe vuelve a su oficina. Susi espera noticias. Pepe piensa que ha tenido suerte: Verónica era la tercera de la lista. Ha encontrado pronto al culpable. Va a llamar al inspector Romerales pero está cansado y un poco triste, triste porque Natalia está muerta y porque es día cuatro: todavía quedan dos días de fiestas. Los Reyes Magos y ya está. Sabe que esta tarde aún va a tener que ir al cine y comprar chocolate para pensar un poco.

PREGUNTAS:

Ahora que has leído el texto.

1. ¿Recuerdas las hipótesis que hiciste al principio? 
2. ¿Sabes ya por qué recibió Pepe Rey esta felicitación de Navidad y quién se la envió?

A2
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